Toda plaza con cierto encanto que se preste tiene su fuente, unas son ornamentales y otras de utilidad pública. La fuente de plaza de la Constitución de San Martín de Pusa y el derecho al agua de sus habitantes tiene una historia que se remonta desde 1550 hasta nuestros días.
En este derecho al agua público incluimos tanto la fuente del patio del palacio como la actual fuente de la plaza, pues una es consecuencia de la otra.
Desde su construcción a su desaparición, la búsqueda de nuevos manantiales ante la escasez de agua o su renovación más reciente quedan descritas a continuación.
La necesidad de agua para la casa-palacio.
Todo empieza en 1550 cuando D. Francisco de Ribera, señor de Valdepusa, manda hacer una mina para captación de agua en el valle de Valdelpozo y una conducción de aproximadamente dos kilómetros mediante tubería de cerámica hasta su casa-palacio, instalando una fuente en el interior de la misma para su servicio y otra fuera en la plaza para el servicio del pueblo. Dicha captación es la que sigue surtiendo de agua hoy a la fuente del palacio de San Martín.
Tres años más tarde en 1553 y posiblemente ante la necesidad que tenía D. Francisco de Ribera de disponer de más agua para sus estancias y servicio de palacio, compra la fuente al concejo por 153 maravedíes y une el agua de ésta a la del interior del palacio.
De esa compra nació el derecho para los vecinos de la villa de tomar agua de la fuente del interior del palacio, derecho que con el tiempo daría más de un problema entre el señor y los vecinos.

La servidumbre sobre el agua público.
Esta servidumbre de tomar agua de dentro de palacio se mantuvo hasta 1776, que se saca un caño del agua sobrante de la fuente del palacio para así liberarse de la servidumbre de entrada de los vecinos al patio del palacio.
En 1778 como respuesta a los disturbios acontecidos por el nombramiento de un cirujano, el marqués de Malpica retira el caño de agua sobrante para uso de los vecinos, dejando al pueblo sin el acceso a al agua pública que venían disfrutando desde hacía más de dos siglos.
El agua no faltaba ni en verano, pues como curiosidad 12 de julio de 1827, es decir en pleno verano, la fuente del palacio daba un caudal de 15 arrobas por hora (188 l/h) o 360 arrobas por día (4.521,6 l/h).
Las sequías y la necesidad de búsqueda de nuevos manantiales.
En el año de 1872 una gran sequía hace que el alcalde, D. Luis de la Torre, autorice a Manuel Espinosa, empleado municipal a reclutar seis hombres buenos conocedores del término municipal para explorar donde podría haber agua próxima al pueblo, dado la falta de agua que estaba sufriendo la población. Pronto encuentran un buen manantial en el reguero Cañas, en la zona de Las Viñas, al sur del término municipal y próximo a Los Navalmorales. El manantial distaba unos 3 kilómetros del municipio y una vez saneado, hasta él tuvieron que desplazarse los vecinos para acarrar agua durante la prolongada sequía. En el otoño de 1873 finalizó el periodo de sequía y el fuentarrón que se había descubierto, con el tiempo quedó en el olvido.
Pero treinta y cinco años más tarde en 1907, ante una nueva sequía, de las más importantes del siglo XX, lleva a los habitantes del pueblo a volver a acordarse de aquel manantial del reguero Cañas y de este modo se comenzaron los trabajos de limpieza y de apertura de otros dos pozos próximos a manantial inicial. Así comenzó la obra hidráulica de canalización del agua hasta la plaza de San Martín, el pueblo volvería a disponer de agua en esa plaza 200 años después de que el marqués de Malpica se la negara.
Una nueva fuente. Sus protagonistas.
Tras un año de obras en 1908 se inaugura la nueva fuente de la plaza y el pilón para las caballerías en la plaza de Las Verduras, alimentado del agua sobrante de la fuente. Un acta del ayuntamiento dice: “Las obras de la fuente pública, costeada por los vecinos del pueblo entre los que se ha hecho un reparto, junto con la aportación de diputado D. Juan de Gurtubay”. Las obras fueron dirigidas por un joven ingeniero en minas José García-Siñeriz.
D. Juan Gurtubay y Gonzáles de Castejón, era en esa época diputado conservador por la zona de Talavera, en ese mismo año inauguró el puente de hierro de Talavera. Era hijo del empresario vasco Juan de Gurtubay, fundador del Banco de Bilbao y de la marquesa de Velada y de San Vicente del Barco.

Por su parte D. José García-Siñeriz y Pardo-Moscoso, había nacido en Valladolid en 1886, cursó la carrera de minas finalizando de forma brillantes sus estudios en 1908, por lo que el proyecto de traída de agua desde el reguero Cañas a San Martín sería casi con toda probabilidad su primer proyecto. D. José García-Siñeriz está considerado unos de los más importantes geólogos y geofísicos españoles y europeos del siglo XX, entre sus muchas condecoraciones le otorgaron la Medalla de Oro de las Ciencias Físicas y Exactas en 1932, la Real Cruz de Alfonso X el Sabio. Todos los años se entregan los premios de Geofísica de la fundación que lleva su nombre.
La última gran renovación en 1948.

Cuarenta años después de su inauguración proyecto de García-Siñeriz necesitó de una una renovación de las tuberías, la construcción de un depósito de 25.000 litros y registros para la limpieza. El coste de la obra fue de 43.597,50 pesetas, pagadas con fondos municipales 15.000 y el resto con aportaciones voluntarias de los vecinos, realizó la obra Santos de la Iglesia Fernández, hijo del pueblo al que dedicaremos próximamente un artículo sobre su vida, quien rebajó la mismo llevándose el plomo de las tuberías de 1908. Las inauguración de las nuevas tuberías tuvo lugar el 14 de noviembre de 1948.
En esta reseña cronológica, se muestran las vicisitudes por las que ha pasado las fuentes públicas del concejo en aproximadamente cuatro siglos y como tanto la iniciativa popular como la pública tuvieron en cuenta la importancia que la disposición del agua tenía para el bienestar de sus vecinos.