La mujer ha sido siempre protagonista del desarrollo de la sociedad, no podía ser de otra forma, toda vez que forma parte de la misma. Si bien, se la ha relegado socialmente a un papel secundario, y digo socialmente, porque en el ámbito de la familia ha tenido un papel principal.
El papel de la mujer hasta finales del siglo XX.
Podríamos decir que la sociedad de Valdepusa ha sido una sociedad matriarcal, donde la mujer tenía mucho que decir en las decisiones familiares, poniendo ese contrapeso de sentido común y siendo ellas las que llebaban el peso de la economía y la organización del hogar.
Hoy decimos que la mujer se ha incorporado a la vida laboral, al menos en nuestra tierra, siempre han estado incorporadas, otra cosa es que su trabajo haya sido reconocido como merecieran.
Nuestras madres o abuelas, tuvieron, además de llevaban el peso de la casa, realizar desde otras faenas que ayudaran a la familia, bien económicamente o quitando una boca de la mesa.
Fueron al colegio unos pocos años, pero pronto tuvieron que ejercer de niñeras, no dejaban de ser niñas al cuidado y entretenimiento de otros niños, el trabajo infantil hizo que maduraran más rapidamente, pero dejando atrás una parte de su infancia.
La experiencia de «ir a servir’
Cuando iban creciendo, la cercanía de Madrid, les daba la oportunidad de buscar “una mejor vida” y como ocupación principal trabajar en el servicio doméstico, o como se decía; “ir a servir”. A muchas de esas mujeres ese primer paso le ayudó a encontrar, mas tarde, mejores trabajos, bien en talleres, fábricas, como dependientas o, en algunos casos como secretarias o administrativas, tras el esfuerzo de trabajar y estudiar.

La vida se abría paso y esas mujeres se fueron casando, creando familia, con parejas de su pueblo o amores encontrados en sus paseos y bailes por las calles de Madrid.
Muchas de esas familias desde aquel lejano, “me voy a servir”, no olvidaron sus pueblos y hoy ya jubilados, son vecinos permanentes o por temporadas de ellos.
Las duras tareas .
Las mujeres que se quedaron en los pueblos o volvieron de la capital, siguieron aportando con su trabajo a la economía de la familia.
Unas veces en las tareas agrícolas como; la recogida de la aceituna, rescabinar, espigar o los trabajos del verano, en la ayuda en la siega o en la era.

A estos trabajos se unían otros, digamos más domésticos, como era jalbegar, hacer de mondongueras en las matanzas, lavar y cardar la lana, coser los colchones y lavar en ríos, lavaderos o arroyuelos la ropa de casa.
Dentro de estos trabajos había uno que hoy nos parecería incomprensible, el acarrear agua a las casas para el consumo doméstico y aseo, también esto era trabajo de mujeres. Aún recordamos algunos los carros con cantareras o los borriquillos cargando cántaros de agua de las fuentes públicas.
Mujeres solidarias.

Pero estas mujeres también eran solidarias, no solo en la ayuda que se prestaban entre ellas, sino también en la lactancia de hijos de otras mujeres que no podían amamantar a sus hijos, principalmente por problemas de salud. Esa labor unas veces era altruista y otras para garnarse unos duros, dada la necesidad. Eran las llamadas “amas de cría” o nodrizas.
Tampoco podemos olvidar la situación en la que la mayoría de ellas fueron madres, valiéndose de las parteras o matronas, mujeres que habían aprendido el oficio de sus madres o por experiencia propia, en las que las parturientas depositaban toda su confianza. Verdaderas valientes una y otras.
De ahí venimos, del trabajo y esfuerzo de esas mujeres. Hoy afortunadamente todo han cambiado, aunque todavía queda mucho por hacer para reconocer el trabajo, esfuerzo y valía de las mujeres.
En recuerdo y memoria de esas mujeres, este soneto que el poeta toledano Álvarez Uceda, publico en 1903, sobre un grupo de lavanderas del Pusa, que por su descripción bien podría ser en Santa Ana. Un soneto lleno de frescura y cierta sensualidad.

ENSUEÑOS LEJANOS "Bajo aquel sauce triste y solitario !cuantas cálidas tardes del estío al susurrar monótono el rio del mundo real pase al imaginario! Y del hueco del risco milenario donde el agua remansa, el mujerío mas sugestivo y libre de atrevió vi surgir en tropel tumultario. ¡Oh! sílfides del Pusa embaucadoras o simplemente alegres lavanderas no olvidare jamás aquellas horas, llenas de vuestras sales retrecheras que solíais brindarme halagadoras para burlarme luego traicioneras"
Nota: Las fotos de Santa Ana de Pusa están sacada de Archivo de la Imagen y la Palabra de Castilla La Mancha.