Mateo Calderón, «el manco», el último romántico.

Mateo Calderón Fernández nació en Malpica de Tajo en1846, sus padres eran Eugenio y María de San Martín de Pusa, lugar donde pasaría gran parte de su vida. Su nacimiento en Malpica debió ser algo circunstancial, posiblemente su padre fuera guarda del marqués de Malpica, puesto que él más tarde, también trabajó de guarda en tierras de Valdepusa

Mateo se casó en primeras nupcias con Jorja Cedena Martín, quedó viudo pronto y con 37 años, tras pedir la correspondiente dispensa para contraer matrimonio por la minoría de edad y la diferencia de años con la novia, se casó en 1883 con Luisa Rodríguez García de 18 años, natural de Los Navalmorales.

Cuando Mateo nació, el movimiento romántico ya estaba en decadencia, sin embargo, su vida fue como una continuidad del mismo; hombre religioso, defensor de causas perdidas, individualista, nostálgico del pasado, idealista y defensor de la patria, etc.

La vida de Mateo estuvo marcada por sus profundas creencias religiosas y sus ideas políticas, siempre unió las unas a las otras, y el individualismo por encima de las leyes y las normas, lo que hicieron de él una persona con bastantes conflictos internos y externos.

El Mateo religioso.

Pedro Fernández en su libro “Huellas” decía de él; “Se dice que cuando entraba en la iglesia era conocido, pues al hacer la genuflexión, daba con la rodilla en el suelo tan fuerte que resonaba el templo.”

De los escritos y artículos que Mateo escribió se deduce que era una persona bastante culta, probablemente estudió en algún colegio religioso o seminario, pues el 14 de Enero de 1910, en periódico El Correo Español, figura por haber entregado un donativo con los antiguos alumnos del seminario Aguirre de Vitoria, esta institución becaba a aquellos alumnos que querían ser sacerdotes,  donde además le nombran como “el veterano Mateo Calderón de San Martin de Pusa”, pues por aquel entonces ya tenía 64 años.

Escribió varios artículos en el periódico toledano El Porvenir, de inspiración carlista, en uno de ellos, bajo el título “¡Fuera los Semis!” hace una férrea defensa de la Iglesia y del catolicismo, criticando aquellos políticos que solo hacen una “semi” defensa de ello, vendiéndose a ideales más libertarios, termina el artículo con una exaltación de Dios, la Patria y el Rey y evocando estos principios en el partido Unión Católica.

Un mes antes, el 14 de agosto de 1906, en ese mismo medio, víspera de la festividad de la Asunción de Nuestra Señora, publicó otro artículo con el título “Súplica a María”, una larga oración sobre la figura de la Madre de Jesús.

Su religiosidad y su defensa acérrima del carlismo y el tradicionalismo lo expresó incluso en el nombre de uno de sus hijos le llamó Melquisedec, sacerdote y rey, lo que Mateo defendía en sus escritos, un rey que a su vez fuera una especie de jefe espiritual de la religión en el país.

Su ideario político.

Fragmento del artículo publicado en El Porvenir en 1906

Nunca se escondió Mateo de pronunciarse sobre sus ideas política, las cuales las dejo por escrito en el semanario El Porvenir el 6 de junio 1906 en un artículo que había escrito el mismo día de la boda entre Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, el 31 de mayo, decía: “Yo de mi se decir que soy carlista neto…”. Posiblemente Mateo abrazó al carlismo en su formación en Vitoria, y fue espectador de los devenires de la segunda y tercera guerra carlista que también golpearon duramente a los pueblos de Valdepusa, con incursiones, muchas veces alentadas por algunos párrocos, y por los que aún añoraban el viejo régimen feudal, como ocurrió en 1868 donde fueron presos los curas varios curas, entre ellos el de San Bartolomé y el de Torrecilla, así como el administrador del marqués de Malpica y varios guardas, por conspiradores.

El 16 de julio de 1896, como miembro de la Junta Tradicionalista de San Martín de Pusa, daba el pésame en El Correo Español al marqués del Cerralbo, militante carlista y nombrado representante de Don Carlos de Borbón, por el fallecimiento de su esposa.

Como vemos nuestro personaje fue fiel seguidor de todo lo que tenía que ver con el carlismo y mostró su simpatía por Unión Católica, partido confesional de inspiración carlista y que posteriormente, tras indicaciones del papa León XIII se integró en el partido Liberal-Conservador de Canóvas del Castillo en 1884, pero como defensor de causas perdidas, quiso siempre unir religión y política, y fue el promotor y cofundador de la Sociedad Católica de Obreros, Agricultores, Similares y Oficios varios “La Fe” en 1904 en San Martín de Pusa, de la que fue presidente, un sindicato católico que rivalizaba con el incipiente aun sindicato socialista UGT, en su propio domicilio , calle Cerrillo, 8 tenía su domicilio social (vease https://tierradevaldepusa.es/2020/09/21/las-sociedades-catolicas-de-obreros-en-1904/ ). Mateo era “socio protector” de la “Revista católica de las cuestiones sociales”, la voz de la Iglesia en lo referente al asociacionismo obrero católico.

Poco duró su presidencia, pues fue acusado de quedarse con parte de los fondos de la Sociedad, treinta y seis pesetas por un lado y veintidós por otro. Dicha acusación fue promovida por Ramiro Martin de El Carpio que era vocal de la junta provincial del Partido Unión Republicana y quien hizo arduos esfuerzos en que los miembros de las sociedades católicas de obreros pasaran a las filas del nuevo partido de Salmerón y Lerroux. Ramiro en una asamblea celebrada en San Martín que se prolongó hasta bien entrada la madrugada, no dejó de atacar a Mateo, quien bajó la cabeza y marchó a su casa.

Lo cierto es que durante la presidencia de Mateo la sociedad ayudó al vecindario elaborando pan durante sesenta y cuatro días, debido a la huelga de los panderos por los precios del pan.

No abandonó Mateo sus ideales político, que seguramente conservaría durante toda su vida, pues en agosto de 1912, se realizó un multitudinario mitin en Torrijos por el partido Tradicionalista, y aunque no pudo asistir, si envió una carta de adhesión.

El otro Mateo Calderón.

Dejando de un lado sus ideas religiosas y políticas, existe otro Mateo Calderón, el que fue apodado “el manco” por un accidente en el que perdió uno de los brazos, o el que fue guarda de la finca Macarro, un personaje más cotidiano pero que como decíamos al principio seguía siendo un romántico aventurero.

Un 3 de mayo de 1891, día grande en San Martín, por ser la festividad del Cristo de Valdelpozo, a primera hora de la mañana entraron a robar dos individuos, a los que esperaban otros cinco en la casa de Mateo Calderón, que como guarda ocupaba en la finca Macarro bajo, según declaró le fueron robados los siguientes objetos:

Por este dato sabemos que trabajó de guarda, también conocemos por el censo electoral de 1890 que vivió en la calle Pozo Nuevo, y que posteriormente vivió en calle Cerrillo, 9, según Pedro Fernández, casa que heredó de sus padres y en la que vivió hasta su fallecimiento en 1926.

Aunque en uno de sus escritos se definía como que “nació pobre y moriría pobre”, algunas propiedades si poseía, pues en las actas de expropiaciones de la carretera de Los Navalmorales a Talavera, en 1888 figura como propietario de una tierra de labor en El Arca y otra en Valdelabar, además de la vivienda familiar.

Mateo también tuvo asuntos con la justicia, y no pocos.

En 1902 fue detenido por la Guardia Civil de Los Navalmorales por pedir por escrito al vecino de San Martin, D. Juan Rojas, 25.000 pesetas, amenazándole de muerte si no se lo entregaba.

También tuvo varias denuncias de caza, en 1910 por cazar furtivamente en Las Magdalenas, del mismo modo estuvo procesado por delitos de caza en 1911 y 1915.

Curiosamente en 1914 fue detenido en San Martín por el robo de una caballería menor al vecino Esteban Vaquerizo. ¿Sería esta caballería, la “borrica” que según Pedro Fernández dejaba suelta y comía de lo ajeno, y un día llegó a la casa de Mateo con las orejas y el rabo cortados y con un cartel que decía: “Aquí me tiene amo, sin orejas y sin rabo, me dicen los de las eras que la próxima vez, me pondrán la piel al revés”?.

Mateo vivió una vida intensa, llena de convicciones y también de contradicciones, añoraba el pasado y no le convencían los nuevos movimientos de su época, murió cristianamente en 1926, a los 80 años, tuvo seis hijos; Alfonso, Melquisedec, Eugenio, Luisa, María y Esperanza Cruz.

Algunos de sus descendientes siguen hoy viviendo en tierras de Valdepusa.

FUENTES:

Fernández Manzanero, P. Huellas II, ISBN: 84-607-7359-0

Hemeroteca de la época:  El Porvenir, Revista católica de cuestiones sociales, La Campana Gorda, La Idea, El Correo Español y El Castellano

Diarios Oficiales: Oficial de la Provincia Toledo, La Gaceta de Madrid.

Deja un comentario

logo tierra de Valdepusa

La historia nos hace conocer el cómo y por qué somos así y la influencia que los acontecimientos tienen en las futuras generaciones de los pueblos.

Contacto