La Cofradía de la Vera Cruz de Valdelpozo en la Semana Santa de San Martín de Pusa en el siglo XVIII.

Desde la fundación en 1590 de la Cofradía de la Vera Cruz en San Martín de Valdepusa, tuvo una vocación penitencial teniendo en la Semana Santa una gran presencia, donde los cofrades, tanto de luz como de sangre, eran protagonistas de la misma; acompañando a las procesiones, a las imágenes, la asistencia a los oficios y la adoración al Santísimo Sacramento.

Los cofrades de sangre era aquellos que se disciplinaban; es decir se autoflagelaban, como símbolo de la devoción por la Pasión de Cristo y por su Purísima Sangre.

Las Ordenanzas de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Valdelpozo de 1762 dedican tres capítulos a las obligaciones que han de cumplir los cofrades durante la Semana Santa. Estos capítulos nos permiten conocer cómo se desarrollaba la vida cofrade durante el Jueves y Viernes Santo.

A través de estos capítulos, vamos a revivir una Semana Santa del siglo XVIII desde la Cofradía; la asistencia a las misas mayores y al Monumento el Jueves y Viernes Santo, como de debía realizar la procesión de Jueves Santo por parte de los cofrades y por último como debían ir vestidos con sus túnicas.

Capítulo 7. Que estamos obligados hacer los cofrades el Jueves Santo a misa, a tiempo de reservar al Santísimo Sacramento y el Viernes Santo.

En este capítulo se establece la asistencia de la cofradía a los actos litúrgicos del Jueves y Viernes Santo, con la participación de los cofrades en los velatorios del Monumento al Santísimo Sacramento.

En el cabildo que tenía lugar el Domingo de Ramos después de misa, se nombraban a los cofrades encargados de portar las imágenes el día de Jueves Santo en la procesión de la disciplina.

“Establecemos y ordenamos que el Jueves Santo que en tocando las campanas de la iglesia parroquial a misa mayor, todos los cofrades vamos a dicha iglesia y asistimos a la misa mayor y acabada encendamos las hachas de la cofradía y las velas si las hubiese y tomando el pendón el escribano de la cofradía y el Crucifijo, el cofrade nombrado para ello (el que se llevará cubierto con un velo negro, según ceremonia de la iglesia) nos formaremos en procesión y con mucha devoción y silencio, caminaremos por la vía señalada al Monumento hasta depositar el Santísimo Sacramento y después formados en procesión en la misma forma con el pendón y el crucifijo caminaremos a la ermita del Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Valdelpozo y de esto serán exceptos los señores sacerdotes, nuestros hermanos y los que queden velando el Santísimo Sacramento y el que falte a dicha asistencia pague de multa tres reales, no dando causa justa.

Ordenamos que el Viernes Santo asistamos todos los cofrades a los oficios que se hacen en la iglesia parroquial y nos formemos en procesión como el Jueves Santo, llevando pendón, hachas, velas y Crucifijo, el que irá sin velo negro y volveremos por los mismos pasos que el Jueves Santo hasta el Monumento al altar donde se ha de consumir el Santísimo Sacramento y permaneceremos de rodillas, las hachas y velas encendidas hasta dicho caso y el cofrade que no asistiere a dichos oficios, pagará de multa tres reales, no dando causa justa.”

Capítulo 8. Como hemos de ir el Jueves Santo en la procesión de la disciplina, confesado y comulgados y como se ha de hacer la disciplina.

El Jueves Santo, conjuntamente con el día del Corpus Christi y la Cruz de Mayo, era uno de los días mas importantes de la Cofradía y de los cofrades, y sobre todo la procesión, donde antes de la misma los cofrades de sangre se disciplinaban en la ermita y posteriormente realizar el Vía Crucis por el Cerro de las Cruces.

Las Ordenanzas de 1762 son tan precisas que incluso indican la oración que debía rezar el sacerdote ante las cruces puestas por los cofrades.

Los cofrades de sangre al tener un protagonismo especial, estaba rigurosamente establecido lo que podían o no hacer durante su disciplina, teniendo en cuenta que debía causar bastante impresión las heridas producidas y los desangrados que les producían.

Así se expresaba en el Capítulo:

Ordenamos y establecemos que en reverencia a la Pasión y Muerte de nuestro redentor Jesucristo, que en el Árbol de la Santa Cruz, padeció por la redención del humano linaje, que en la tarde del Jueves Santo los cofrades que ahora somos, como los que en adelante fueren, salgamos en procesión en la forma siguiente:

Hecha la señal acostumbrada, nos juntaremos los cofrades en la ermita del Santísimo Cristo de la Veracruz de Valdelpozo y saldrán los hermanos que estén nombrados para llevar la hachas de la Cofradía, los visitadores y que ha de llevar la cruz de la parroquia y se encaminarán a la iglesia parroquial con el Preste (sacerdote) y la cruz parroquial y con la hachas encendidas volverán en forma de procesión, pero en silencio, a la ermita, en donde se dirá la práctica de disciplina para mover a dolor y acabada, empezaremos la procesión yéndonos disciplinándonos los que fuéramos de Sangre por la estación mayor, donde tendremos puestas nuestras cruces, humilladeros y estaciones, las cuales andasen cinco a honor y reverencia de las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo, a cada una de las cinco hará el Preste (sacerdote) la oración «Respire que su mu…» y seamos obligados a decir en acabado el Preste la oración esta palabra: «Misericordia» sin añadir otra palabra, y el que lleve el Crucifijo la empiece a decir para que oiendole lo digan todos y el cofrade que esta tarde no asistiere a dicha procesión de disciplina a cumplir su obligación, sin causa legítima pague de multa cuatro reales.

Ordenamos que el cofrade que en dicha procesión  se disciplinase y fuese muy herido y desangrado y alguno de los oficios le dijesen que se vaya a curar, lo haga luego y si le dijesen que se de quedar, lo haga así mismo so pena se tres reales y que ningún cofrade de disciplina se puedan quedar en la ermita o en la iglesia para disciplinarse allí so la misma pena, ni salga de la procesión si no es para irse a curar y esto lo hagan por un paraje que no inquieten bajo la misma pena, todo lo cual sea así ejecutado para que sea para gloria y bien de nuestras almas.

Ordenamos que los mayordomos sean obligados a poner las cinco estaciones o cruces para dicha procesión, so pena de un real por cada cruz que dejen se poner, pero si hubiere entrado algún cofrade nueve en aquel año en nuestra cofradía sea esto del cargo de tal hermano o hermanos así mismo quitarlas bajo la misma pena de un real por cada cruz que no se ponga o se quite.

Cofrade de sangre disciplinando.

Capítulo 9. Que trata de cómo hemos de tener las túnicas para la procesión los cofrades.

Los cofrades de luz iban vestidos con túnicas negras y los de disciplina o sangre con túnicas blancas, la procesión pretendía ser una representación en la que los vecinos vivieran la Pasión de Cristo con las imágenes iluminadas con faroles, las hechas encendidas y el riguruso orden del desfile de la Cofradía, por lo que las Ordenanzas dejaban establecida hasta la forma de colocarse en la procesión.

Es curiosa la advertencia que hacen sobre vestirse con ropas de mujer, lógicamente para no dar lugar a situaciones grotescas en una celebración tan solemne como ésta.

El capítulo dice así:

Ordenamos y queremos que los cofrades que fuesen dispuestos para llevar las imágenes, y así mismo los que llevasen las luces que las acompañan hayan de llevar sus túnicas negras y todos los demás que las puedan llevar y los cofrades de disciplina o sangre vayan con túnica blanca y si algunos no las llevasen, esto vayan en la procesión delante de los que las llevasen, sin que se les permitan ir mezclados para evitar toda deformidad y mandamos que los que lleven túnicas blancas no lleven ropas de mujeres, sino que sean honestas para evitar toda indecencia y escándalo y que lo contrario hiciere no se le permita ir en la procesión y pague multa de cuatro reales.

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Como habéis podido comprobar el incumplimiento de las normas establecidas por la Cofradía conllevaba sanciones a los cofrades, no tanto por un afán recaudatorio, si no de mostrar un serio compromiso con la vida de cofrade en todas y cada unas de las obligaciones establecidas.

Hasta aquí una forma de vivir la Semana Santa que difiere mucho de como se vive hoy en día, pero que nuestros antepasados vivían con gran devoción, teniendo en cuentas que en aquella época la Iglesia era el centro de cualquier celebración, desde las mas bullangueras a las más sobrias como la Semana Santa.

FUENTES: Ordenanzas de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Veracruz de Valdelpozo, 1762.

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