
El final de siglo XV y principios del XVI fue un tiempo convulso y de cambios, a la conquista de Granada se unió el descubrimiento de América, la expulsión de los judíos y la integración territorial, de lo que hoy llamamos España, con la adhesión del reino de Navarra a la corona de Castilla.
Pero mientras todo esto sucedía, el pueblo seguía con sus venturas y sus desgracias, entre el sobrevivir y el mendigar, por ello aumentó la delincuencia en villas y ciudades y en estas tierras la Hermandad Vieja de Talavera, intentaba repartir justicia.
Un suceso ocurrido en 1498 en Malpica, involucró a diferentes testigos de otros pueblos y villas, recaló la investigación del caso en la citada Hermandad Vieja, siendo su instructor el alcalde de la Santa Hermandad Rodrigo Alonso de Barrancos, se trataba del asesinato de un muchacho aparecido muerto en el Soto, tras una discusión en los molinos de Corralejo.
La documentación exitentes del suceso son las declaraciones que los diferentes testigos realizaron a Rodrigo Alonso.

La instrucción.
Rodrigo Alonso intentó esclarecer un crimen de un muchacho, comenzó interrogando a Manuel Sánchez, el molinero, quien presenció la discusión que ocasionó la desaparición del muchacho, lo describe así:
… dixo qu ́él estando un día, jueves, que fueron veynte e un días del mes de junio que agora pasó de noventa e ocho años, en los molinos de Corralejo, que son del señor mariscal Payo Barroso de Rybera, que vinieron a los dichos molinos Alonso de Arenas, e Fernand Lópes e Blasico su fijo, vesinos de la villa de Santolalla. E que al tienpo que los susodichos llegaron a los dichos molinos, que los molinos estavan casi medio aguados (eran molinos de agua, situados junto a un río), e que ́l dicho Alonso de Arenas acordó de yr a los molinos de Çebolla a ver sy podía moler entramos dos.
Y que vino de allá, que falló el fijo de Ferrand Lópes con este testigo, e que le preguntó dónde estava su padre. E que ́l mochacho le respondió que estava en el soto con los asnos. E que estonçes que le dixo el dicho Alonso de Arenas: “Anda ve, llámalo”. E que respondió el mochacho que para qué. E que dixo el dicho Alonso de Arenas: “Para que nos vamos a moler a los molinos de Cebolla”. E que estonçes dixo el mochacho: “Digos que non quiero, que aquí nos da Miguel Sánchez molino en que muela mi padre, e sy vos queréys yr, ios en ora buena”. E que estonçes porfió el dicho Alonso de Arenas con el mochacho que todavía fuese a llamar a su padre. E que ́l mochacho non quiso. E en esto el dicho Alonso de Arenas amagó con un palo que en la mano tenía al mochacho e que este testigo que le quitó el palo de las manos. E estonçes el dicho Alonso de Arenas asyó de los cabellos al mochacho e le dio tres o quatro repelones, e otras tantas bofetadas. E dio tras él por la puente de los molinos adelante, yendo fuyendo el mochacho, que le dixo: “¡Fi de puta!, ¡judío patalín!, ¿por qué me aviades vos a mí de repelar e abofetear”.
E estonçes el dicho Alonso de Arenas puso el dedo en la friente, e dixo: “¡Para esta que ́s cruz, que vos me lo pagues, don vellaco!”. E que estonçes el mochacha (sic) que se fue la ribera abaxo del rió fasta el soto donde estava su padre. E que ́l dicho Alonso de Arenas se fue tras el mochacho. Y que no vido más. E que se fue a su casa. E que después este testigo bolvió a los molinos e vido venir al dicho Alonso de Arenas e al dicho Fernand Lópes, pero que no venía con ellos el dicho mochacho. E que començaron a cargar sus asnos para se yr. E que estonçes este testigo le dixo: “Pese al diablo, Alonso de Arenas, ¿no abasta a vos, que os vades, sy no que me llevéys a sotro (sic)?. Yo vos juro a Dios que de aquí adelante yo vos mida el pan que traxieredes a moler”. E que en esto que se fueron entramos. E que ́l dicho Fernand Lópes començó a dar bozes a su fijo. E dixo al este testigo:
“Sy viniere mi fijo dezidle que se vaya tras mí a los molinos de Çebolla”
Rodrigo Alonso de Barrancosa se quiso asegurar que el molinero, Miguel Sánchez, no tenía enemistad con Alonso Arenas, le preguntó a este al respecto y siguió declarando:
…otro adía, en amaneciendo, avía buelto allí, a los molinos, el dicho Alonso de Arenas, e avía comido e bevido en su casa. E que otras vezes muchas avía tornado el dicho Alonso de Arenas, e que nunca entre ellos ovo enemistad ninguna, e que al tienpo que ́l mochacho estava en los molinos e Alonso de Arenas ovo con él aquellas palabras, e lo repeló, e abofeteó e amenazó, que ́l mochacho tenía un sayuelo blancollo e un jubonzillo blanquillo con un collar prieto, e unos punientes colorados. E que sabe que nunca más el mochacho paresçió. E que vido venir al dicho Fernand Lópes e a su muger a buscar el dicho su fijo a los dichos molinos, e que nunca le fallaron. E que después, al tienpo que ́l mochacho paresçió muerto en el soto, qu ́este testigo lo fue a ver e lo conosçió en los vestidos que tenía. E que sabe de çierto ser aquél el fijo de Fernand Lópes. E que tenía en la cabeça, en la syen ysquierda, un agujero en la cabeça, como de pedrada…
Al parecer el hijo de Fernando López no apareció al día siguiente. Alonso de Arenas fue a los molinos donde había sucedido todo, pero no traía trigo para moler, sino que paseaba en un asno. Se fue y no volvió hasta quince días después. Cuando el muchacho apareció muerto en el sotillo, Miguel Sánchez iba a adobar un palo de los molinos y se encontró con Alonso, al que le dijo:
“Alonso de Arenas, catad que ́l mochacho ha paresçido muerto. E catad qu ́está dada quexa de vos a la Hermandad, e que non tardarán dos oras en que non seáys preso por eso. Yos con el diablo, porque se dise de çierto que vos lo matastes.”

Alonso quedó callado, y al instante le respondió que no le acusara de lo que no tenía culpa. A las pocas horas llegaron los cuadrilleros de la Hermandad y le apresaron.
El siguiente testigo en declarar fue fue Diego López, un cuartanero de los molinos de Cebolla que eran propiedad de los descendientes de Diego López de Ayala, señor de Cebolla.
El testigo declaró que el jueves 21 de junio de 1498 vino Alonso de Arenas a los señalados molinos, a ver si podían molerle a él y Fernando López unas cargas de cereal. Este testigo le dijo que sí y Arenas se fue, volviendo a la hora de misas con Fernando, vecino de Santa Olalla. Primero llegó éste y luego Alonso. Fernando López le preguntó por su hijo:
“¿Qué ́s de mi fijo, que non vyene con vos?”.
A lo que le respondió:
“La ribera arriba del río me dixeron que hera ydo a cortar varas”.
Estuvieron moliendo ese día los dos hombres juntos y luego se marcharon. El día siguiente, temprano, volvió Alonso de Arenas a los molinos, y estuvo moliendo hasta el sábado bien tarde. Como parecía asustado, Diego López le comentó:
“¿Qué diablo es?, que pareçe que estés asombrado. O es que te asonbraron cómo predieron a Diego Lópes en Santolalla (otro individuo que fue apresado al haber personas que le acusaban de cometer un delito), o tú tyenes fecho algún mal recaudo porque tyenes tal susto y tanto estás espantado; que non sé que te diga”.
Alonso se marchó, pero se dejó olvidado un costal y se volvió después de media legua de viaje. Diego López volvió a insistirle:
“Non lo digo yo, que andastes con mal”.
A lo que Alonso contestó:
“No más creo que me gastarán porque no he dado farina a la villa (Santa Olalla) oy”.
Alonso quiso decir que estaba preocupado porque no llegaría con la harina a Santa Olalla, no por la muerte del muchacho, aunque las declaraciones de otros testigos seguírían aumentando las sospechas sobre él.
Así Bartolomé, vecino de Mesegar, quien también declaró como testigo, dijo que había estado con Alonso y Fernando en los molinos de Corralejo en la jornada en que desapareció el muchacho, habló con ellos y los vio cargar unos asnos para llevar unos cereales a los molinos de Cebolla, mientras Miguel Sánchez les rogaba que los moliesen en su molino.
Además escuchó cómo Fernando López llamaba a su hijo, y cómo Alonso de Arenas le metía prisa para que se fuesen antes de que otros se pusieran a trabajar en los molinos de Cebolla.

Por otra parte un vecino de Erustes, llamado Diego Sánchez, por su parte, dijo que estaba moliendo en los molinos de Malpica, en concreto en el molino de en medio, llegaron Alonso, Fernando y un hijo de éste. Descargaron y viendo Alonso el río crecido dijo a Fernando que fuese a ver los molinos de Cebolla. Fernando dijo que primero almorzasen, pero Alonso de Arenas no almorzó; se marchó a ver si había molienda a los molinos de Cebolla. Mientras venía Alonso, Fernando fue a atar sus asnos en un soto. Al poco tiempo vino Alonso de Arenas y preguntó al hijo de Fernando que dónde estaba su padre, a lo que le respondió que no lo sabía. Alonso le dijo que fuera a buscarle, y el muchacho dijo que no. Corre, ve, búscale, “sy no yo faré a tu padre que te dé una dozena de azotes”, le amenazó Alonso. A pesar de ello el muchacho se negó a ir. Luego vino Fernando y todos se fueron dirección a los molinos de Corralejo.
La documentación, al parecer, no cuenta como finalizó el proceso, Alonso Arenas fue detenido por los cuadrilleros de la Santa Hermandad, esa «policía rural» precursora de la Guardia Civil, y seguramente estaría un tiempo en la cárcel de la Hermandad en Talavera.
Así eran las cosas en esa época, la violencia y brutalidad estaba a la orden del día, como bien quedó reflejado en El Lazarillo de Tormes o en algunos pasajes de El Quijote,… por lo que ha de extrañar la gran cantidad de paisanos que buscando mejor vida se echaron a la aventura para ir a aquellas nuevas tierras, que al parecer estaban allende de las Azores.
FUENTES:
LOPEZ GÓMEZ, O. (2007) La Sociedad Amenazada. Crimen, delincuencia y poder en Toledo a finales del siglo XV. Edición Ayuntamiento de Toledo.