Allá por 1593, la alquería de Santa Ana de Bienvenida ya se había consolidado como una nueva población del señorío de Valdepusa, habían pasado más de sesenta años desde que los nuevos pobladores, provenientes de Magán, se habían asentado en el paraje de El Canchal.
En San Martín se estaba acabando la capilla mayor de la iglesia que habían comenzando en 1581 y en este año de 1593 se había procedido a cambiar el Santísimo Sacramento de la capilla vieja a la capilla nueva, para ellos no se escatimaron gastos en la fiesta que se realizó para tal fín, se gastaron 48.839 maravedis, en la contratación de músicos, danzantes, vestidos para ellos así como la comida que les sirvieron.
Fue un año en el que Valdepusa sufrió una tremenda sequía, tuvieron que llevar la virgen de la Bienvenida desde su ermita a San Martín en rogativa por la falta de agua, se hicieron misas, novenarios y procesiones, pidiendo que el preciado líquido cayera del cielo.

Aún así para los santaneros fue una año importante, pues recibieron la imagen de Santa Ana, que desde Toledo la habían trasladado a San Martín y prácticamente todos los vecinos se acercaron a la villa a recibirla. Se realizó una fiesta de hermanamiento, donde el concejo de San Martín les agasajó con un refresco y juntos marcharon en procesión hasta Santa Ana.
Sin embargo, para dos hermanos y vecinos de Santa Ana este año de 1593 y más concretamente el día de la Santa iba a quedar grabado en su memoria, se trataba de Juan Sánchez de Magán y Alonso Sánchez de Magán, descendientes de los primeros pobladores, muchachos inquietos que por su juventud gustaban de participar en todas la fiestas y acontecimientos que se realizaban, como una forma de evadirse se sus quehaceres diarios y de conocer nuevas gentes, que al olor de la fiesta y la romería, venían de otros pueblos vecinos.
El 26 de julio después de que se corrió un toro por las calles de Santa Ana, los jóvenes se distraían en la plaza practicando esgrima, cuando uno de los que estaban practicando dejó la espada en el suelo para que entrara a jugar Juan Sánchez Magán, dos aguaciles se abalanzaron sobre él, a quien le golpearon sin haber ofrecido ninguna resistencia y fue detenido junto con su hermano y llevado a la cárcel.
Parece ser que estos aguaciles, llamados Juan de Cerralbo y Alonso Gómez, ya habían tenido otro encontronazo con Juan Sánchez Magán, concretamente en la fiesta de la Bienvenida de ese año, donde también le golpearon y maltrataron.
Tras ser trasladados a la cárcel de San Martín, ambos hermanos impusieron una querella contra los dos alguaciles, asi describían en la misma los hechos:
«…no haciendo lo que como buenos ministros de justicia eran obligados, antes con poco respeto de ella y por nos agraviar e injuriar, arremetieron contra nosotros tomando por achaque pedir a la justicia favor sin haber nosotros cometido delito ni hecho resistencia alguna, y nos maltrataron dándonos de puñadas y repelones y dándonos de pomazos con las espadas y haciéndonos otros muchos malos tratamientos, causando de lo uno y de lo otro mucho escándalo y alboroto, así en la dicha fiesta de la Bienvenida como en el dicho lugar de Santa Ana”
Como testigo presentaron a Marcos de Cerro, quien relató los hechos acontecidos en la plaza de Santa Ana y la intervención de los aguaciles:
”Que el día de Señora Santa Ana del año de noventa y tres vio que estaban esgrimiendo dos hombres que no se acuerda quien eran y, en asentando que asentó el uno de ellos, fue a tomar la espada el dicho Juan Sánchez Magan y antes que se alzase con ella le asieron por detrás los dichos Juan de Cerralbo y Alonso Gómez, alguaciles, y llevándole preso a él y a Alonso Sánchez su hermano, le iban dando muchas puñadas y puntillones, tratándoles muy mal, por lo cual todos estaban espantados porque no los habían visto hacer porqué ni lo tienen de costumbre reñir con nadie. Y los llevaron a la cárcel de la villa de San Martín, y oyó decir que los sentenciaron en seiscientos maravedís a cada uno. Y esto dijo ser verdad debajo del juramento que hecho tiene. Y es de edad de cuarenta años poco más o menos. Y no lo firmó porque no sabe, firmolo el dicho teniente alcalde.«
De la información existente solo conocemos la presentación de la querella y la declaración del testigo, por lo que no podemos contar como acabó el asunto, lo más probable es que llegara al alcalde mayor, que ese tiempo era Miguel González de Belorado, quien ejerció como tal hasta 1594, quien tras máa de treinta años de alcalde fue su sustituto Diego de Berastegui.
Probablemente, el alcalde mayor contrastaría las declaraciones con las de los aguaciles y les advertiría de no volver a detener y maltratar a los querellantes sin motivo.
Aun así, los acontecimientos seguro que fueron motivo de más de una conversación en aquellas fiestas de Santa Ana de la Bienvenida de 1593. Este documento, nos da información de las celebraciones festivas, así como de los abusos de poder que ciertos personajes ejercían en las villas y sus aldeas a finales del siglo XVI.
AGRADECIMIENTO:
A D. Luis Bartolomé y Dña. Pilar Díaz, investigadadores de la historia de Santa Ana de Pusa, por facilitarme la documentacion para este artículo.
FUENTES:
.- Documento de la querella interpuesta por Juan Sánchez de Magán y Alonso Sánchez de Magán.
.- Libro de Cuentas del concejo de San Martín de Valdepusa de 1582 a 1596.