La Reforma Agraria en Valdepusa (II). Las Comunidades.

1934 el año de los asentamientos.

El año 1934 no empezó bien para el Duque de Arión, quién con una mano aceptaba a regañadientes la Ley y con otra intentaba obstaculizar lo que pudía el proyecto de la Reforma Agraria. No perdía ocasión para mostrar su disconformidad a las incautaciones. El 3 de enero de 1934 el Jefe del Servicio Administrativo del IRA llegan a un acuerdo con él para la molienda de la aceituna de Malpica, pues el único molino aceitero seguía siendo de su propiedad. El IRA le pagaría 3,69 ptas/arroba de aceite, siendo los orujos para los aceituneros.

También por esas fechas se hace el inventario y valoración de los aperos, maquinaria agrícola y ganado de labor; 31 mulas y 19 bueyes, un inventario tan minucioso que incluso describe el nombre y años de cada animal.

Por otra parte, el IRA reclama al administrador del Duque, Vicente González, la entrega de los edificios incautados en Valdepusa, a lo que el Duque no pone objeción sobre los que están en su poder e inventariados, en cambio indica al IRA, que los que están ocupados por los colonos (los antiguos arrendatarios), que se dirijan a ellos para solicitarles la entrega.

Pero 1934 también fue el año de los asentamientos, sólo en Malpica se pudieron asentar todos los que desearon inscribirse en el censo y participar en las comunidades de campesinos, en el resto de municipios tuvieron que realizar un sorteo entre los obreros al haber más inscritos que los asentados estipulados por lRA, en San Martín casi la mitad de los obreros se quedaron sin la “tierra prometida”.

La constitución de las comunidades de campesinos

En otras comunidades como en las de San Bartolomé de las Abiertas y Cebolla, tuvo incluso que intervenir y viajar a los pueblos, el presidente del IRA, Sr. Banayas, debido a los expedientes incoados por la denuncia de varios obreros sobre irregularidades y parcialidad a la hora de constituir las comunidades, por lo que las mismas quedaron disueltas y se instó a la Dirección Provincial de Toledo a comprobar el censo y contestar las reclamaciones de los obreros, nombrar un delegado en cada municipio y una vez aclarado todo, que se constituyera nuevamente una comunidad en cada municipio.

Progresivamente se fueron constituyendo las comunidades, cada una con su particularidad y sin una conexión unas con otras, pues el control del IRA sobre las mismas era férreo.

En febrero del 34 el Servicio de Contabilidad del IRA concede un crédito de 282.716,30 ptas en concepto de capital circulante sostenimiento de los asentados de Malpica, el cual se devolvería con la cosecha de la aceituna. En marzo se realizó un adelanto a los asentados, para que pudieran iniciar las actividades y vivir, al no estar ya percibiendo jornal alguno, se repartieron entre las 268 familias 85.000 pesetas, aunque les debió servir para tirar hacia delante, lo cierto es qe nada más tomar posesión de las fincas los asentados ya eran deudores del IRA.

Las diferentes comunidades de Malpica

Para irnos haciendo una idea de la dificultad económica que iba a suponer pagar los anticipos del IRA, en marzo del 1934 se realizó la primera cosecha de aceituna, la cual fue vendida y la producción y lo percibido por cada comunidad fue la siguiente: Malpica 7.940 fanegas, ingresos: 111.029 ptas, Cebolla 342,33 fanegas, ingresos: 4.587,22 y San Martín 107,25 fanegas, ingresos: 1.427,06 pesetas.

En marzo de 1934 se procedió a elegir entre los asentados la forma de explotación de las fincas; colectivamente o individualmente, esta decisión tuvo luego un gran importancia, sobre todo al finalizar la Guerra Civil, San Martín fue el único municipio que optó por una explotación individual, y con ello la responsabilidad recaía en cada asentado. Otros como San Bartolomé de las Abiertas o Malpica optaron por una explotación colectiva.

En el caso de Malpica se había iniciado la actividad con la constitución de una única Comunidad de 303 asentados, que empezó funcionar como tal. El IRA les entregó 36 pares de mulas, pero pronto empezaron las discrepancias entre ellos, sobre todo si debía haber una única comunidad o más, aunque detrás de esa postura de división de la comunidad también había un trasfondo político entre los propios miembros. En cinco meses (enero-34 a mayo-34), ya se habían dividido en tres comunidades.

Acta de elección de la Comunidad de San Martín de Pusa

El 26 de Marzo de 1934 se realizaron en Malpica varias votaciones en presencia del Delegado y Secretario provincial de IRA. La primera votación era determinar el número de comunidades, el resultado fue de 195 votos a favor de una comunidad y 105 para más de una. Con el tiempo las discrepancias continuarían y la comunidad inicial de Malpica terminaría fraccionada. La segunda votación era para determinar el modo de explotación, aquí la forma colectiva se impuso por 196 votos contra 104. La tercera era la elección del cabezalero y los dos síndicos (curioso el nombre dado a la persona más representativa de la comunidad, una figura feudal que era en su tiempo el que recaudaba de los campesinos el dinero para el señor o también el que hacía que cumpliera un testamento) la candidatura formada por Candelas Pavón como cabezalero y Félix Villasivil y Sebastián Ollero como síndicos obtuvo 197 votos, mientras que la encabezada por José Pavón, como cabezalero y Fausto Sánchez y Julián Robles, como síndicos obtuvo 104 votos.

En San Martín la elección de cabezalero y síndicos se realizó en el ayuntamiento el 15 de octubre de 1933, incluso antes de la incautación, los elegidos fueron Antonio Mata Danta como cabezalero y Luis Rivera Asperilla y Germán Pajarero Fernández como síndicos.

La constitución de las comunidades de campesinos, y más las de Valdepusa, al ser de las primeras, tuvieron eco en los medios de comunicación de la época, así el diario La Luz, realizó un amplio artículo sobre la jornada de votaciones anteriormente detallada. Pero sin duda la de mayor repercusión fueros los artículos realizados por la entonces joven periodista Josefina Carabias, quien se desplazó hasta Malpica y contó en primera persona como estaban viviendo sus gentes ese hecho histórico. Realizó entrevistas a los protagonistas y elaboró un gran reportaje fotográfico, que fueron publicados como una trilogía en el semanario madrileño Crónica englobados en los titulares: “Del feudalismo al colectivismo sin transición. El señorío de Valdepusa convertido en una Comunidad de Campesinos”

A continuación reproducimos estos interesantísimos artículos, que con la buena pluma de Josefina Carabias, aunque a veces con ciertos excesos de romanticismo, nos traslada a la ilusión con que aquellas gentes Malpica, que al igual que las de los otros pueblos, vieron la oportunidad de salir de la miseria y, nunca mejor dicho, ganarse el pan con el sudor de su frente.


Revista Crónica número 427 de 18 de marzo de 1934 “Una visita a Malpica”


Revista Crónica número 428 de 25 de marzo de 1934 “El tributo de la gallina


Revista Crónica número 429 de 1 de abril de 1934 “Como funciona la primera Comunidad de Campesinos que se ha constituido en España”

La fiscalización del IRA.

Ruinas de las casillas de los comuneros en el Peladillo.

Una vez constituidas las comunidades, empezaba a ponerse en marcha el asentamiento y reparto entre los comuneros (nombre dado por la pertenencia a las comunidades) de las tierras que se les habían adjudicado. Existían fincas en las que, bien por la extensión de las mismas o porque las edificaciones no habían sido incautadas al no estar incluidas en los inventarios, los propios comuneros empezaron a hacer pequeñas construcciones para sus ganados y aperos de labranza, aún existen las ruinas de aquellas modestas construcciones que los comuneros de San Martín realizaron en Las Magdalenas y el Peladillo o las que los de San Bartolomé hicieron en el Jaral Alto.

Atrás quedó el ambicioso plan detallado en la declaración de la Delegación del IRA de noviembre de 1933, en el que uno de los puntos del del IRA para con Valdepusa, era el siguiente:

“Con arreglo a lo preceptuado por la base 13 de la Ley de Reforma Agraria y el art. 4° del decreto de 7 de septiembre último, se promoverá la construcción de nuevos núcleos urbanos uno para cada comunidad.”

En mayo de 1934 el IRA volvió a realizar una inyección económica a las comunidades de Valdepusa, si en febrero únicamente se habían apoyado económicamente a la de Malpica, por esas fechas ya se habían constituido las de San Martín, San Bartolomé y Cebolla, y los comuneros de estos pueblos recibirían sus anticipos, nunca mejor dicho como agua de mayo. Además estaban a punto de empezar la recolección de la primera cosecha.

Como podemos ver la maquinaria del IRA estaba en marcha, tanto para lo bueno como para lo malo, por ejemplo trabajó para mejorar las infraestructuras de los asentamiento, así en Agosto de 1934 liberó una partida de 920,14 ptas para realizar diferentes pasiles sobre el río Pusa en las fincas Bernuy, Hornaguera Alta y Vaqueril de Medio. Se oficializaron las rentas a los asentados que estaban en las fincas consideradas como de “intensificación de cultivos” según el Decreto de Intensificación de Cultivos, de 22 de octubre de 1932 y que afectaba a las fincas de secano. El decreto pretendía incrementar el empleo rural mediante la ocupación temporal de tierras de labranza que, habían dejado de ser arrendadas a cultivadores por sus propietarios y se dedicaban sólo a la ganadería. Las fincas de Valdepusa que se vieron afectadas por el decreto fueron; una parte de El Peladillo y otra parte de El Jaral Bajo, así como una pequeña parte de Macarro Bajo.

Los comuneros se dieron pronto cuenta que nada se podría hacer sin la aprobación del IRA, todo debía pasar forzosamente por ellos, lo que ralentizaba los temas y hacía aun más costosa y deseperante la situación de aquellos que querían empezar una nueva vida, trabajando, pero sin tantas trabas. Hasta el Duque tuvo que pedir permiso al Instituto para una captación para agua potable en el Tajo, lo que le fue concedido, pero para ello tuvo que ir un ingeniero y determinar donde realizarla.

Existen muchos ejemplos documentados de esa labor fiscalizadora del Instituto, de la demora en la respuestas a las solicitudes, de la gran burocracia que producía el propio IRA y de su férreo control, y con ello la desesperación de los propios asentados. Estos son, de forma muy resumida, algunos de esos ejemplos .

1.- El Delegado Provincial del IRA propone sanción a dos comuneros de Corralejo, Santiago de la Cruz Vidal y Crescencio Vaquerizo por la poda de unos álamos. Se le sanciona con 10 pesetas.

2.- Cuaro de los arrendatarios de las fincas Los Jarales, Las Magadalenas y el Castillo (Florencio Rodríguez Aceituno, Alejandro Rodríguez Rubio, José Martín Ruiz y Leopoldo Sánchez Cabezudo) elevan al IRA la venta de sus útiles de labor, trillos, aventadoras, arados, etc, el IRA manda a los cabezaleros de San Martín y San Bartolomé hacer un inventario de ellos y posteriormente desestiman la compra.

3.- Algunos comuneros cree necesario disponer de un veterinario, dada la enfermedad que había entre los animales, proponen a D. Isidoro Benítez, que ejercía en San Martín y San Bartolomé, tienen que realizar una solicitud de autorización al IRA, después de varios informes les es concedido.

4.- Se propone por parte de las comunidades la posibilidad de tener gallinas ponedoras, pues el IRA realiza un informe detallando en que entre otras cosas indica que no se podían tener más de 20 gallinas por asentado, la raza de las gallinas a explotar, la alimentación de las mismas e incluso los huevos que deberían poner por gallina para ser rentables.

5.- Por parte del cabezalero de San Martín, en julio de 1932, una vez recogida la cosecha, se solicita al IRA 2 ó 3 arrobas de garbanzos y 2 ó 3 de trigo para la manutención de las familias de los asentados, dada la precariedad en la que se encontraban, el IRA contesta que se repartan los garbanzos una vez descontados los gastos y que el trigo quede sin repartir hasta que «no se conozca la cifra total de la recolección y se garanticen los reintegros de los anticipos dados por el auxilio social». Hasta el 20 de octubre no se autoriza el reparto de 700 fanegas de trigo entre los asentados de San Martín.

6.- Juan Santos Bonilla, un calero de Pueblanueva, que tenía un contrato con el IRA para la producción de cal en Los Jarales, solicita el 8 de septiembre al IRA la utilización de leñas muertas de jara, juagarzo, hulaga y coscoja para su actividad, la resolución no sale de Madrid hasta el 18 de diciembre, firmada por el Presidente del IRA, en la que le dicen que ha de pagar por cada carga de leña de 60 kg. 0,15 pesetas e incluso le indican la forma como ha de proceder a rozar las matas para la corta de la leña.

A pesar de todo, en septiembre de 1934 los comuneros se dispusieron a realizar su primera sementera y con ello el primer ciclo agrícola realizado integramente como asentados y en noviembre de ese año se realizó por el IRA el reparto de los olivares entre las comunidades de Malpica, Cebolla y Mesegar, pues como ya vimos las de Malpica se había segregado en varias.

Para aquel entonces los comuneros ya eran conocedores de la entrada en el gobierno radical de Larroux de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) quien había ganado las elecciones en noviembre 1933, pero el presidente de la república había optado por encargar gobierno al partido Republicano Redical para rebajar de alguna forma la tensión social. Esa tesión llegó a explotar con la entrada de tres ministros de la CEDA y como respuesta una huelga general y la revolución de Asturias. Uno de esos ministros era Manuel Giménez Fernández, un conservador partidario del catolicismo social que quiso dar un giro a la Reforma Agraria, en 1935 aprobará la llamada «Reforma de la Reforma Agraria» una nueva Ley que no contentó a nadie, ni a los obreros, ni a propietarios, ni a sus propios compañeros de partido. La Reforma Agraria estaba ya herida y la Guerra Civil acabará por matarla. Lo veremos en el próximo artículo: LA REFORMA AGRARIA EN VALDEPUSA (III). La disolución.

FUENTES:

.- Documentación del Archivo del I.R.A. Ministerio de Agricultura, facilitada por David Talavera Almendro

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