San Martín de Pusa se asienta entre los valles del arroyo Navajatas, el reguero de Valdelpozo y más al norte el reguero de Valdelabar, a su vez está a la falda de dos grandes cerros como son el cerro de las Cruces y el cerro de San Antonio, del que hoy vamos a hablar. Gran parte del terreno de estos cerros eran del ejido del concejo, es decir eran terrenos comunales. A finales de los años cincuenta del pasado siglo el ayuntamiento entregó parte de esos ellos a aquellas familias jóvenes que lo solicitaran para la construcción de viviendas.
El cerro de San Antonio debe su nombre a una pequeña ermita próxima al camino de Navalmoral con la intercesión con el camino de Navahermosa que hoy lleva al los Cuatro Caminos, esta ermita debió ser un humilladero como muchos que existían al inicio de los caminos de salida de las poblaciones, donde los caminantes se arrodillaban o humillaban para pedir protección al santo a cuya advocación estaba encomendado el templo.
Esta ermita junto con la de Los Mártires, que estaba situada en un cerrete al lado del camino Talavera, acabaron desapareciendo tras la desamortización de Godoy de 1798, dado que las citadas ermitas, junto con las de Bienvenida y la Magdalena pertenecían a memorias, cofradías obras pías o patronatos de legos, lo que hizo que esos bienes salieran a la venta.
También existió a las faldas del hoy llamado cerro de San Antonio el rollo de justicia de la villa, pues antiguamente el cerro que está al sur de el de San Antonio se llamó cerro del Rollo. El rollo era un símbolo de villazgo y disponer la misma de jurisdicción propia. Los rollos estaban a la salida de las poblaciones disponían de anillas y garfios para, si llegara el caso, colgar las cabezas o extremidades de los ajusticiados. Generalmente estaban realizados en piedra o ladrillo, algunos con un gran gusto artístico. Por el plano de D. Fermín Caballero se encontraba ubicado próximo a la intersección del camino que baja desde los Cuatro Caminos con el viejo camino de Navalmoral.
En esos terrenos del ejido también se intentó alojar alguna infraestructuras para el municipio, como fue el fallido intento de realizar en la cima del cerro San Antonio un pozo de la nieve. Las obras se iniciaron a principios del siglo XIX pero no se llegaron concluir, posiblemente por la desaparición del Antiguo Régimen, si bien el barranco que se realizó estuvo visible hasta los años setenta del pasado siglo XX.
De esas infraestructuras municipales, la que si se construyó fue el corral del concejo, que servía para guardar los ganados de los vecinos que el pastor o guarrero de la vez llevaba a pastar a los terrenos comunales, este corral estuvo hasta mitad del siglo XIX en Toledillo y el comunal de las vacas en un lateral del palacio hasta 1827 aproximadamente, toda vez que se liberó esa servidumbre que tenía el palacio. También se utilizaba el corral del concejo para meter algún ganado que se había perdido hasta que fuera reclamado por su dueño.
Otras de las construcciones existentes en el cerro de San Antonio son las cuevas-bodegas, dos en concreto; una, posiblemente la de mayor longitud del municipio se enclava en lo que fue un antiguo molino, más tarde carpintería y almacén de bebidas de la familia Sosa y la segunda perteneciente a una pequeña casa, hoy derruida, en la calle San Antonio. Unido al molino donde se ubica la primera cueva, tenemos un documento histórico de relevancia sobre el cerro de San Antonio, se trata de la documentación de un vínculo que se fundó por el testamento de Manuela Gómez de Erustes. De la documentación de la venta en subasta de ese vínculo en 1788, conocemos los propietarios de los terrenos del cerro San Antonio, dice así:
“… Otro olivar sito a la ermita de San Antonio con cuarenta y ocho pies de oliva pertenecientes a dicha testamentaría, que linda por solano (sur) con olivas de Félix Mora vecino de la villa de Navalmoral de Pusa, por cierzo (este) con olivas de la viuda de Narciso Muñoz Medrano, por gallego (noroeste) con ejido y era empedrada de dicha hacienda y por abrego (sureste) con olivas de Eugenio Gómez Tostón vecino de la alquería de Santa Ana y según en el estado en el que hoy se hayan vale cada pie ciento cincuenta reales…”

Pero también conocemos que la bodega-cueva del cerro San Antonio, también pertenecía a Manuel Gómez, pues así lo deja escrito en su testamento:
“También quiero y es mi voluntad el que luego que yo fallezca se venda la oficina, bodega y cueva que tengo y poseo en esta villa al cerro de San Antonio…”
En la siguiente foro aérea de 1956 hemos marcado con un cuadrado la era, aún hoy existente y el pozo de la nieve y en un círculo las ruinas del corral del concejo y posiblemente de la ermita, también se aprecian los diferentes olivares algunas casas que se empezaban a construir.

El paso del tiempo y los cambios en la sociedad fueron haciendo desaparecer estos componentes que formaban parte del paisaje del cerro San Antonio, el paisaje que estuvo y ya no está, el paisaje ausente.
FUENTES:
ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE TOLEDO. Protocolo Vínculo Manuela Gómez
Foto Aérea vuelo Americano 1956-1957 Serie B.