El testamento de Miguel González de Belorado.

En anterior artículo conocimos un poco más de la vida de Miguel González de Belorado y su esposa Inés de Vergara hoy, a través de sus últimas voluntades, vamos a conocer algo más de la historia de San Martín y Valdepusa.


En la mayoría de los testamentos del siglo XVI, en la primera parte son todos bastante similares, luego exponen donde han de ser enterrados y como quieren que sea su entierro. Miguel de Belorado testó ante el escribano de San Martín de Valdepusa, Juan Alvárez, el 11 de abril de 1605.

Su entierro.

Sobre su lugar de enterramiento dice lo siguiente:

《Que si él no lo ha hecho antes de morir, se compre la sepultura donde está enterrada su esposa, Inés de Vergara “hacia el altar de Nuestra Señora del Rosario” y “se compre otra y de estas dos se haga una sola, quedando la bóveda y se ponga una piedra negra” “con un letrero que diga: Aquí están enterrados los cuerpos de Miguel González de Belorado, justicia mayor que fue en este estado más de treinta años, y de Inés de Vergara, su mujer; murió el susodicho en año de 1605”.》

Por lo que sabemos sus albaceas cumplieron escrupulosamente este deseo. Así mismo pide que en esa sepultura no se entierre a ninguna otra persona “y que desde la víspera de Todos Santos hasta otro día… pueda estar una tumba cubierta con paño negro y ofrendada con una fanega de trigo”.

Como veremos a lo largo del testamento, Miguel de Belorado empleó una gran cantidad de dinero tanto en su entierro como en las mandas que ordena en relación con su alma.

Ordena que en su entierro acompañen el cuerpo todos los clérigos y frailes que en ese momento se hallen en la villa y canten una misa de réquiem; además deben decir misa y “vigilias de nueve lecciones” Ese día se les ha de dar a cada uno cuatro reales y una vela de seis onzas de cera por la misa y el acompañamiento. Y a los que no digan la misa, dos reales y la vela. Además deben ofrendarse dos fanegas de trigo, dos velas y dos reales.

Así mismo que también lo acompañen las cofradías del Santísimo Sacramento, del Santo Crucifijo, del Rosario y de la Santa Concepción de Nuestra Señora, a las que ha de pagarse lo acostumbrado.

La cofradía del Santo Crucifijo, de la que era cofrade, fue fundada por él y es de la que desciende la actual Hermandad del Santísimo Cristo de Valdelpozo.

En los testamentos de las personas más pudientes siempre se tenía en cuenta a los pobres como una última labor social. Miguel en su testamento dice que lo acompañen los seis pobres más necesitados que hubiera: tres de San Martín, dos de Navalmoral y uno de Santana, con un hacha de cera encendida; y han de darles capa y zapatos, y si es mujer, saya. Y que se den “cuatro reales a los forasteros y a los de esta villa dos para comer”. Y reciban además nueve o diez reales para que rueguen por su alma.
Para el resto de los pobres dice que el día de su fallecimiento se den 100 reales a los más necesitados, si no lo ha hecho él antes de morir.

Mandas a la Iglesia y misas

Otro apartado importante eran la misa que mandaban decir, algunas se contaban por miles, como es el caso, aquí parte de las misas que mandó Miguel de Belorado y lo que debían pagar por ellas:

.- Que se digan otras 1.000 misas rezadas de réquiem en los monasterios de San Agustín, San Francisco, San Ginés, la Santísima Trinidad, y en el de San Francisco de La Puebla, en cada uno 100 misas. Las 500 restantes, 100 en cada uno de los monasterios más pobres de Toledo. Se pagará real y medio por misa.

.- Otras 30 misas rezadas por las ánimas del Purgatorio, y otras 50 por las de algunas personas si tiene a cargo alguna cosa.

.- Otras 50 por las almas de sus padres, abuelos, hermanos, deudos “y por todos aquellos a quien tengo obligación y cargo”. Se pagará por ellas lo acostumbrado.

.- Otras 40 misas “por el ánima de mi buena mujer”.

.- Que cuando él fallezca se tomen cuatro bulas de difuntos. Y otras cuatro para cuatro ánimas del Purgatorio.

.- Que se digan otras 12 misas por su alma “donde hubiere altar de ánimas”.

No solo se beneficiaron del testamento los clérigos de San Martín con tantas misas, como persona muy creyente que era dejó importantes cantidades de dinero a las cofradías de la villa, siendo la más beneficiada la del Santísimo Crucifijo, es decir; la del Cristo de Valdelpozo:

.- 6 ducados a la cofradía del Santísimo Sacramento

.- 10 ducados a la cofradía del Santísimo Crucifijo, de la que es cofrade.

.- 8 ducados a la cofradía del Santísimo Nombre de Jesús.

.- 8 ducados a cada una de las cofradías de Nuestra Señora de la Concepción y de Nuestra Señora del Rosario, de las que también es cofrade.

.- 2 ducados al hospital de la villa.

.- 4 ducados a Nuestra Señora de la Bienvenida.

.- 2 ducados a la ermita de San Sebastián y otros 2 a la de La Magdalena.

.- 1 real a cada una de las mandas forzosas “con que las excluyo y aparto de mis bienes”.

Podemos conocer por estas mandas, primeramente parte de las cofradías que había en San Martín a principios del siglo XVII, así como que en esa fecha aun estaba en pie y con culto la ermita de La Magdalena, conjuntamente con la de Nuestra Señora de la Bienvenida y la de San Sebastián.

La herencia a familiares, criados, patronos…

En cuanto al reparto de dinero podemos decir que queda repartido entre su servidumbre, los sobrinos de su esposa Inés de Vergara y la hija de Jerónimo de Compludo, administrador del marqués de Malpica y el resto en ayuda a la Iglesia, tanto en la ayuda de misas, procesiones, ornamentos, etc, algunos bastante curiosos como se comprobará.

Deja 30 ducados a Ana Sánchez, mujer de Miguel Félix, que fue su criada, y manda que, además, se le pague su sueldo.

16 ducados a Nena Vélez, mujer de Juan de la Casa, su criada.

10 ducados a María de la Torre, mujer de Juan Sánchez, su criada “con que no pida la soldada y si la pidiere no se los mando”. Debía ser muy exigente la tal María de la Torre.

5 ducados a Juan Fernández, su criado.

Nombra albaceas a los Marqueses de Malpica y a Jerónimo de Compludo y Mota, su contador; y a Juan de Espinosa, alcalde de Malpica; y a Antonio de Aguirre, corregidor de San Martín.

Asegura que hizo por el alma de su mujer, Inés de Vergara, lo mismo que ha hecho por la suya. Y que su esposa le dejó heredero de todos sus bienes mediante testamento que otorgó ante Pedro Vélez, escribano de la villa de San Martín el 12 de octubre de 1570. Y que él deja por herederas de lo que sobre de sus mandas a las almas de su mujer y suya para que gocen de “todas las misas, sufragios y mandas pías y graciosas que adelante van declaradas”.

Que de lo que renten sus bienes se paguen 200 ducados al licenciado Delgadillo y 500 a Andrés de Delgadillo, hermano de éste, sobrinos de su mujer. Pero que si éstos pusieran demanda contra su hacienda como han dicho, por considerarse herederos de su mujer, no se les dé nada.

Que de dichas rentas se den 200 ducados a doña Inés de Villegas, hija de don Jerónimo de Compludo y doña Ana de Peña “por el amor que desde niña la he tenido”.

De la herencia quien salió más beneficiado fue el sobrino de su mujer Andrés de Delgadillo con 500 ducados, debía ser el sobrino más apreciado, pues a continuación también deja beneficio a los descendientes de éste hasta cuarta generación si alguno se hiciera clérigo.

Mandas y memorias.

De las mandas relativas a la iglesia deja una cantidad significativa de dinero anual par misas diarias y misas y procesiones en las fiestas más importantes de la villa, un documento más que nos sirve para conocer las principales fiestas de San Martín en el siglo XVII. De las mismas rentas deja 86.880 maravedís al año para dos sacerdotes ordenados de misa que digan una misa diaria “para siempre jamás” (uno cuatro a la semana y el otro tres, alternándose) en la iglesia de San Martín “donde mi cuerpo y el de mi buena mujer están enterrados… en el altar de Nuestra Señora del Rosario que es el más cercano, pudiendo ser; y si no, en cualquiera de los tres que hoy están en la capilla mayor”. Dichos sacerdotes recibirán por cada misa “7 reales de a 34 maravedís” y han de residir en la villa de San Martín. Y que si algún descendiente hasta la cuarta generación de Andrés de Delgadillo, sobrino de su mujer, fuese clérigo de misa, o lo fuese algún vecino de San Martín, Navalmoral o Santana, cumpliendo los requisitos exigidos (ser pobres y de buena vida) sean ellos los elegidos para decir estas misas

Que todos los años “para siempre jamás” se digan misas en la iglesia de la villa de San Martín las fiestas del Santísimo Nombre de Jesús, de la Santa Cruz de Mayo, de la Santísima Concepción, Encarnación y Purificación de Nuestra Señora, de San Martín, de Santiago el Mayor, de San Miguel y de Santa Inés, y se pague un real y medio por cada una de las nueve fiestas: uno para el cura y medio para el sacristán.

Que en las procesiones que se hagan cada año en la villa en las fiestas del Santísimo Nombre de Jesús, del Corpus Christi, de la Santa cruz de Mayo y Septiembre, de la Santísima Concepción, y del Rosario alumbren dos cirios grandes de cera blanca. Y el día del Santísimo Sacramento alumbren “todo el tiempo que estuviere fuera del Sagrario”.
Esta parte del testamento es muy interesante por como se dedica a realizar mandas con mucho detalle, en las cuales de vislumbra nuevamente su religiosidad, su cercanía a la cofradía de la Vera Cruz y los más necesitados.

Algunas de esas mandas son las siguientes:

.- Que un hacha de cuatro pábilos alumbre la procesión de los disciplinantes de Jueves Santo todos los años, como ha hecho hasta ahora.

.- El Jueves Santo era el día principal en que procesionaban los cofrades de la Vera Cruz.

.- Que siempre que fuere necesario hacer la vestidura al Cristo de la Cruz, se haga perpetuamente a su costa y sea de tafetán morado. Y lo mismo manda para la imagen del Niño Jesús que deja en la iglesia de San Martín, a quien ha de hacerse “así vestido como camisa” a criterio del patrón.

La vestidura del Cristo de la Cruz se refiere a un nazareno, es decir al Cristo con la Cruz a cuestas.

.- Que como en la villa se está tratando de hacer un monasterio de frailes franciscanos, si llegara a hacerse, se dote a los frailes de hábitos, capas “y lo demás” a criterio del padre guardián.

Por otros documentos conocemos que se proyectó un convento de franciscanos en Malpica en dos ocasiones, sin embargo, desconocíamos que también se tuvo en cuenta a San Martín para hacer ese monasterio.

.- Que deja 16 ducados al año de limosna al Hospital del Rey de Toledo, que está junto a la iglesia mayor, desde el año en que empiecen a decir las misas.

Hospitalito del Rey en Toledo.

El Hospital del Rey, hoy residencia de ancianos, entre los años 1595 y 1603 se levantó en la calle Chapinería de Toledo, y se dedicó a tratar a inválidos, pobres, ciegos y enfermos. Cuando se realizó el testamento estaba próximo la inauguración del mismo.

.- Que deja 4 ducados anuales al sacristán de la iglesia de la villa de San Martín para que se ocupe de que los sacerdotes digan las misas que ha encargado y “las demás cosas”.

.- Que deja otros 6 ducados anuales a la iglesia de San Martín para gastar en los ornamentos de los sacerdotes para decir la misa.

.- Que en el pilar más cercano de la iglesia se ponga una tabla recordando las obligaciones de estos sacerdotes para con su memoria.

.- Que si se acaba el dinero se retiren los 16 ducados asignados al Hospital del Rey y lo que deja para los pobres, pero que se conserven las misas, las vestiduras de Nuestro Señor de la Cruz a cuestas y del Niño Jesús, y los hábitos de los frailes descalzos.
Por esta manda parece que antepone su religiosidad a su amor a los pobres.

.- Que si no deja nombrada persona que se haga cargo de sus rentas, la nombre el patrón y, a ser posible, que sea de la villa de San Martín. Esta persona debe llevar libro de cuentas.

.- Que lo que sobre de las rentas de su hacienda después de haber cumplido sus obras pías, todos los años, el día del Santísimo Nombre de Jesús, que es el 1 de enero, se dé limosna a los pobres de San Martín, Navalmoral y Santana, y ésta sea en ropa, calzado y mantas.

Nuevamente vuelve a acordarse de los pobres de Valdepusa.

Que nombra por patrones perpetuos de sus memorias a don Francisco Barroso de Ribera y a doña Juana Enríquez, marqueses de Malpica y señores de San Martín. Y cuando éstos falten, a don Baltasar Barroso de Ribera, su sucesor, y después a sus descendientes. Y sean ellos quienes nombren a los dos sacerdotes que han de cumplir dichas memorias, cambiándoles cuando les pareciere oportuno “sin que los dichos sacerdotes adquieran derecho alguno”.
Miguel de Belorado estaba muy agradecido a los marqueses, pues estuvo a su servicio más de cuarenta años, por lo que les hace patrones de sus memorias, con los años dichas memorias fueron comprando tierras, para sacar rendimiento al dinero que dejó, no solo compraron tierras en San Martín, según el catastro de Ensenada también en Villarejo había tierras aún a finales del XVIII de las Memorias de Miguel de Belorado.

.- Que ni en la memoria de misas ni en el testamento se entrometan ni el Papa, ni el Ordinario, ni ningún otro juez eclesiástico.

.- “Que dejo en la iglesia de señor San Martín de esta villa de San Martín, un Niño Jesús, y una Cruz grande de bronce dorada. Mi intención es que siempre estén en la dicha iglesia, y que cada año de la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, que es el primer día de enero, saquen el Niño Jesús en la procesión que aquel día se hace. Y la Santa Cruz en las fiestas y procesiones que hacen los cofrades de la Santa Vera Cruz por las calles por honra de la dicha Cruz, pues yo dejo también andas para ellos, pues mi intención fue que los dichos cofrades, donde yo lo soy, tuviesen Cruz para esto por no tener ninguna y andar a buscarla, ni andas sino muy viejas y ruines”.

Antigua Imagen del Cristo de Valdelpozo, a la que Miguel de Belorado, tres siglos antes donó Cruz y andas para las procesiones.

La cofradía de la Vera Cruz fundada por él hacía poco más de quince años, por lo que se ve carecía de ciertos ornamentos, por los que Miguel de Belorado quiso dejar primeramente un niño Jesús que al parecer desapareció de la iglesia hace unos años y dotar a su cofradía de la Vera Cruz de un cruz procesional y unas andas para portar la imagen de Santísimo Cristo.

.- Que los Marqueses compren su casa, incluso por menos de lo que vale, porque es muy buena, para que tengan en ella otra “casa accesoria”. Y que para él sería “muy gran merced” que la tuvieran los marqueses y no otra persona.

Casas que fueron accesorial al Palacio.

Muy probablemente el marqués comprara la casa de Miguel de Belorado para hacerla casa accesoria al palacio, pues ya existía una casa accesoria en lo que es la plaza de San Martín, pero en el siglo XIX, don Fermín Caballero habla de casas accesorias. Se entendía como casa accesorias aquellas que albergaban oficinas o servicios que no eran acogidos en el palacio.

El testamento fue otorgado en San Martín de Valdepusa el 11 de abril de 1605. Fueron testigos: Francisco Alonso Escribano, Mateo de la Casa, Juan Rodríguez del Espada, Diego Ortiz y Juan Álvarez el mozo, todos vecinos de la villa.

Hasta aquí el testamento de la persona que ostentó más poder en Valdepusa, tras los señores feudales, durante la segunda mitad del siglo XVI.

FOTOS

Doumento foto principal: Fallo de sentencia por la corta de encinas en la dehesa de Valdepusa, firmado por Miguel de Belorado. 1571

Foto Cristo de Valdelpozo, tomada de la web de la Hermadad del Stmo. Cristo de Valdelpozo.

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