Difícil sería intentar resumir en este modesto artículo toda la vida y obra de Rómulo Muro un enamorado de Toledo y su pueblo, San Martín de Pusa. Rómulo Muro fue escritor y periodista, quizás hoy en día no sea conocido, pues comko escritor se asomó muy de joven a la Generación del 98 y falleció el año que dio nombre a la Generación del 27, sin embargo casi cien años después de su muerte, sigue estando en la memoria intelectual y periodística del Toledo de finales del siglo XIX y primer tercio del XX.
Nació en San Martín de Pusa un 5 de Septiembre de 1867, hijo de Francisco Muro Falces y de Josefa Fernández-Giro Gómez-Escolar. Su abuelo paterno, D. Manuel Muro, ejercía por aquella época como médico en la villa. El joven Rómulo vivió parte de su infancia y adolescencia en San Martín, pues su padre, también médico, ejerció durante bastantes años en Los Navalmorales.
Estudió bachillerato en Toledo y Derecho en la Universidad Central, aunque nunca llegó a ejercer como abogado, pues muy pronto su vocación periodística y literaria le llevaría a colaborar con numerosos diarios y revistas.
Asentado en Toledo formó parte a finales del siglo XIX y principios del XX de un escogido grupo de periodistas y personas interesadas por la cultura y la proyección de la Ciudad Imperial, donde participó en la fundación de algunas publicaciones como El Día de Toledo, El Diario de Toledo o La Campana Gorda.
En 1895 deja Toledo para marchar a Madrid como redactor de la importante Agencia Almodóvar, aunque su vínculo con Toledo y los medios de Toledo continuaría hasta su muerte aún cuando tenía su residencia en Madrid. En 1905 formó parte de la redacción fundacional del ABC junto a D. Torcuato Luca de Tena y su amigo, el toledano Francisco Navarro Ledesma.

Como secretario de la Asociación de la Prensa de Madrid instauró el Carnet de Periodista en 1911, dentro de esta Asociación participó en la creación del Centro del Reporters Judiciales en la Plaza de la Salesas, 3 de Madrid y de la Cooperativa de Periodistas. En Toledo promovió y fundó la Asociación de la Prensa de Toledo.
Desde muy joven Rómulo dejo huella de su poesía en las publicaciones con las que colaboró. Como poeta era sincero de sentimientos con una poesía fácil, a veces romántico, otras veces satírico, lo cierto es que su poesía encarnaba los acontecimientos de la época, teniendo muy presente el medio rural y sobre todo su amor por Toledo.
El Poeta.
En su primera etapa, el joven Rómulo se muestra como un poeta romántico, pues es a finales del romanticismo cuando empieza a escribir. Forman parte de esta etapa poesías relacionadas con la guerra de Cuba, el amor incomprendido o la tristeza ante la muerte de su madre. Más tarde Rómulo se muestra como un poeta satírico y burlón, coincidiendo con su estancia profesional en Toledo, posiblemente en su obra Albaricoques de Toledo es donde mejor se refleja, en ella describe de forma satírica a los personajes más célebres que paseaban por la ciudad de Toledo en aquel tiempo: militares, periodistas, clérigos, industriales, etc., también la sátira le encontramos en sus poemas publicados en El Iris de Badajoz, El Torero Cómico, Caras y Caretas, etc.

Sobresalió Rómulo Muro como poeta costumbrista, escribiendo poesías relacionadas con el mundo rural, que comprendían desde oficios hasta fiestas populares o leyendas. Poesías como las que publicaban en Vida Manchega, donde reproduce parte de la vida y sociedad de la época. Llevó la poesía a la incipiente radio, toda vez que tras el título “Recital de Poesías de Temática Rural”, tuvo un espacio semanal en Radio Ibérica, considerada la primera radio de España, donde recitaba personalmente sus poesías.
Hombre creyente tocó la poesía religiosa, buen ejemplo de ello lo tenemos en el soneto al Cristo de Valdelpozo, la letra del himno a la Virgen del Sagrario, patrona de Toledo, o su Meditación dedicada a los oyentes a misa de once en la Catedral Primada.
Pero si por algo resalta como poeta Rómulo Muro es por la descripción de su tierra y sus gentes, poesías como A Orillas del Tajo, la serie de publicaciones Vida Machega, La Criptana o nuestra Leyenda al Cristo de Valdelpozo.

Amigo de sus amigos les dedicó numerosas poesías, tanto a compañeros como a los personajes que se le iban cruzando por la vida, estas poesías fueron publicadas en la serie Toledanos Ilustres de la revista Toledo.
Escritor, Dramaturgo y Periodista.
Rómulo Muro comenzó a escribir pequeñas publicaciones en periódicos locales, muchas de éstas colaboraciones eran pequeños relatos literarios que veían la luz en periódicos y revistas de varias provincias, entre ellos podemos destacar La Sopa Amarilla, El viejo de la Fuente, La Tía Pajuca, Mi Santa o El Hogar Triste donde hace una descripción de cómo queda la familia y el hogar tras la muerte de una madre.
Otras de sus obras más importantes fue Cosas de mi Tierra, escrita en 1893, publicada por la editorial toledana Hermanos Menor, en ella el autor quiso recoger los acontecimientos más significativos de las gentes de los pueblos donde él vivió a lo largo de un año natural. De esta forma el lector podía seguir el devenir de esos acontecimientos, tal y como fueron vivids por Rómulo Muro y aquellas gentes, de tal forma que los relatos comienzan con la festividad de el día de Reyes y finalizan con la Nochebuena.
También escribió varias obras de teatro, como por ejemplo La Tiple Ingeniosa, algunas de ellas basadas en leyendas o tradiciones toledanas, la mayoría fueron representadas en Toledo, aunque algunas tuvieron el privilegio de ser representadas en Madrid.
De sus viajes también no dejó varios artículo como por ejemplo el de «La feria de Gálvez«, localidad donde también ejerció su padre como médico, donde describe los días que pasó en sus fiestas con algunos amigos de San Martín, otro ejemplo es su artículo «Por tierras de Gredos» publicado en ABC, donde cuenta su viaje desde Almorox hasta Arenas de San Pedro. Pero sin duda los artículos de viajes que le dieron más fama fueron los publicados en 1905 en la revista Blanco y Negro, denominados «La tierra de Don Quijote», donde Rómulo junto con Manuel Asenjo inician un pelegrinar desde Sierra Morena hasta El Toboso recorriendo todos los pueblos de la obra cervantina, el recorrido fue considerado como la primera ruta turística descrita de El Quijote. En El Toboso, veinte años más tarde, Rómulo Muro tuvo la iniciativa, que se llevó a cabo, de crear la Biblioteca-Museo de Cervantes.
Pero si por algo se le conoció en el mundo editorial fue por su trabajo en Prensa Española, editora de periódico ABC y la Revista Blanco y Negro, donde empezó como redactor fundador de ABC pasando por diferentes puestos hasta llegar a Interventor General de Prensa Española cargando sobre él las cuentas de tan prestigiosa editorial, donde destacó por su trabajo, tesón y estricto control de las finanzas. Seguía ejercindo ese cargo cuando le llegó la muerte en 1927.

El Rómulo más personal.
De carácter afable y familiar Rómulo fue una persona que fue haciendo amigos allí por donde anduvo, tanto por su faceta literaria, como directiva dentro de ABC., interactuó con la mayoría de intelectuales y políticos de su época como lo recoge su colección de autógrafos.
Siempre intentó adaptarse y conocer los personajes y costumbres de aquellos sitios donde vivió, ejemplos tenemos tanto en Toledo como en su propio pueblo, donde en la década de los años veinte participó y promovió diferentes eventos culturales, pero también en otros pueblos como Escalona, describió costumbres y personajes de la villa. En ella vivió junto a su familia cuando ya estaba estudiando en la Universidad, pues su padre ejerció allí como médico forense, donde nació su inseparable hermano Virgilio, uno de los fotógrafos más reconocidos de la Guerra Civil y la postguerra.

En su ámbito familiar, Rómulo Muro se casó con Luisa del Río y Villoslada, ella ya tenía dos hijos de un matrimonio anterior, Domingo y Alfredo González. Con Luisa no tuvo descendencia, aunque si tuvo un hijo ilegítimo con Cesárea del Río Cebrián natural de Fuente de Santa Cruz (Segovia). Su hijo, Rómulo Muro del Río, nació el 2 de febrero de 1912 y falleció en 1998, con toda seguridad no convivió con su padre, pues cuando falleció Rómulo Muro él tenía quince años.
Su tranquila vida familiar se ve reflejada en el artículo de la publicación Toledo Revista de Arte de abril de 1926 donde bajo el título El hotel de Rómulo Muro nos lleva a la casa de campo que el escritor tenía en Collado-Villalba y como pasaba sus días rodeado de su mujer, los nietos de ella y multitud de recuerdos de su tierra, entre ellos los albaricoques de su jardín o el soneto de entrada a su vivienda realizado en cerámica por su amigo Ruiz de Luna.


El reconocimiento de su pueblo le vino dado por el ayuntamiento, quien en enero de 1924 le nombró hijo predilecto y cronista de la villa San Martín de Pusa, aun hoy se conserva en la casa consistorial la placa de dicho nombraminto. En mayo de ese mismo año se le rindió un homenaje al que asistieron importantes personalidades de la sociedad civil y de la cultura de Toledo y de Madrid y con motivo del mismo dedicaron escritos a Rómulo y su pueblo escritores y periodistas como Azorín, Marceliano Zurita, Blanco-Belmonte, José Francos Rodríguez, Emiliano Ramírez Ángel o José Cuertero entre otros.

Su legado.
Desafortunadamente no se puede encontrar la obra de Rómulo Muro reunida, pues los avatares de los tiempos llevaron a que dicha obra solo podamos encontrarla en las hemerotecas y algunos archivos de la época. Ello se debe a que Rómulo Muro falleció un 30 de agosto de 1927 y a los nueve días fallecía su esposa, Luisa del Río, por lo que el legado recaería en los hijos de Luisa: Domingo y Alfredo González, toda vez que el hijo ilegímo de Rómulo tenía tan solo quince años.
Domingo y Alfredo también trabajaban en ABC, quizás por mediación de Rómulo, Domingo era reportero gráfico y estaba a las órdenes del famoso fotógrafo Alfonso, mientras que Alfredo era jefe de talleres. Domingo falleció en 1934 de un paro cardiaco y Alfredo fue asesinado en 1936 durante la Guerra Civil, por lo cual lo que pudiera dejarles Rómulo Muro de su legado literario iría desapareciendo y más con una guerra por delante, así únicamente nos quedan las hemerotecas para profundizar en la obra de nuestro paisano.
Esperemos que el ayuntamiento de San Martín tenga la sensibilidad de dedicar alguna calle, plaza o algún edifiio municipal con el nombre de su hijo predilecto.
