El Cristo de la Quinta. El otro Cristo de San Martín de Pusa

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Hablar del Cristo en San Martín de Pusa es hablar de la imagen del Santísimo Cristo de Valdelpozo, cuya presencia y devoción ha perdurado desde 1590 cuando se oficializaron las ordenanzas de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y decimos que se oficializó porque con toda probabilidad la Cofradía existiría con anterioridad.

Pues bien, durante más de trescientos años convivieron dos imágenes del Señor crucificado a las que se le guardaba devoción en la villa: la ya mencionada del Cristo de Valdelpozo y la del Cristo de la Quinta Angustia, conocido como el Cristo de la Quinta, hoy contaremos su historia.

Desgraciadamente ambas imágenes fueron destruidas en agosto de 1936 durante la Guerra Civil, sin embargo mientras que la imagen del Cristo de Valdelpozo se volvió a reconstruir, no pasó lo mimo con el Cristo de la Quinta y después de más de ochenta años ha sido borrado de la memoria colectiva del pueblo.

Junto a las imágenes también fue destruido el magnífico retablo barroco del altar mayor de la iglesia que alojaba a este Cristo.

Fue la construcción del retablo lo que motivó la incorporación del Cristo de la Quinta a la vida religiosa de la villa, por lo que la historia del Cristo de la Quinta va unida a la del retablo y también al Cristo de la Quinta de Zalamea de la Serena.
El retablo fue encargado por el II marqués de Malpica, Don Francisco de Ribera y Barroso en 1614 al tallista madrileño Miguel Thomás que por esa época trabajaba en el retablo mayor de la iglesia de Santa María Magdalena de Getafe y en algunas otras obras en Cebolla. En 1615 Alonso Sánchez Cotán escultor de Alcázar de San Juan da un informe sobre el mismo, Alonso era sobrino de Juan Sánchez Cotán, gran pintor famoso por sus bodegones. Alonso Sánchez sería casi con toda probabilidad el escultor que hizo el Cristo de la Quinta y otras imágenes del retablo, también participaron en el mismo Juan García como ensamblador y Francisco Granelo pintor.

La fecha del inicio del retablo es muy importante para entender porqué se eligió para coronarle al Cristo de la Quinta. Por aquel entonces se vivía una efervescencia de milagros atribuidos al Santo Cristo de la Quinta Angustia de Zalamea de la Serena y muy probablemente el marqués quiso replicar la imagen del Cristo de Zalamea en la iglesia de San Martín, toda vez que si analizamos ambas imágenes la que existía en nuestra villa parece una copia exacta de la extremeña.

En el siglo XVI en Zalamea de la Serena tenían un Cristo de la Quinta Angustia perteneciente a la cofradía de la Vera Cruz, llamado así por presidir la capilla del hospital del mismo nombre, pero al ser una imagen muy pequeña los cofrades encargaron al presbítero Lázaro Villanueva ir a Sevilla a encargar otra imagen mayor, sin embargo encontró entre las ruinas de una ermita sevillana la imagen de un crucificado que llevó a Zalamea. En 1601 aparecen los primeros milagros atribuidos a la nueva imagen. Al parecer se producían por la unción del aceite de su lámpara; que nunca se acababa; se encendía sola y que realizaba curaciones milagrosas.

Ante la gran devoción por el nuevo Cristo se comienza una nueva capilla en 1610, por Francisco de Mora, arquitecto real que por aquel entonces era compañero en la Corte de nuestro paisano Thomás de Angulo, Secretario de Cámara y Estado de Castilla y del II marqués de Malpica Francisco Barroso de Ribera gentil-hombre de Cámara del rey.

Todo ello unido a las noticias de los milagros del Cristo, sobre todo de peregrinos a Guadalupe que en búsqueda de remedios a su salud prolongaban el viaje hasta Zalamea, hizo que el remate o ático del retablo barroco de la capilla mayor de la iglesia de San Martín estuviera coronado por el Cristo de la Quinta Angustia. La recopilación de los milagros del aceite sanador del Cristo de Zalamea fueron recogidos en una obra por el fraile Antonio de San Felipe en 1714, entre los muchos descritos, en el último milagro se le atribuye que sacaron al Cristo en rogativa ante una gran sequía y pronto aparecieron nubes que descargaron lluvia.

Existen ciertas coincidencias con el Cristo de la Quinta de Zalamea de la Serena con nuestro Santísimo Cristo de Valdelpozo, la primera que ambos pertenecían a cofradías de la Vera Cruz, segundo que también ambas imágenes posesionaban en Jueves Santo. Sin embargo, desconocemos si nuestro Cristo de la Quinta posesionaba en Semana Santa, en cambio de los que si tenemos constancia que el Cristo se sacó en rogativa varios años por la sequía, una de esas veces fue el 8 de abril de 1838.

Los avatares de la Guerra de la Independencia, que fueron narrados por Rómulo Muro en la Leyenda del Cristo de Valdelpozo hace una referencia al Cristo de la Quinta y al retablo, los versos dicen así:

Desgraciadamente solo podemos valorar el retablo desaparecido por fotos antiguas, como la que se conserva en la iglesia a la derecha de la subida al altar mayor, en ella podemos apreciar en la parte superior el Cristo de la Quinta Angustia y compararle con su homónimo de Zalamea de la Serena, ambas imágenes son muy parecidas.

San Martín fue uno de los lugares que quiso llevar al Cristo de Zalamea a su iglesia, aun hoy en Elche presumen de tener el viejo Cristo románico de Zalamea y en el municipio toledano de Villafranca de los Caballeros se venera una pintura del siglo XVI del Cristo de Zalamea, que está expuesta en una hornacina de una vivienda particular, delante de la cual se juntan los vecinos a rezar la novena.

Aquella imagen del Cristo de Zalamea de la Serena que sirvió de modelo en lo físico y lo espiritual para nuestro Cristo de la Quinta hoy no existe, al igual que ocurriera con nuestros cristos de Valdelpozo y la Quinta fue pasto de las llamas, esta vez no por la intolerancia de las personas, sino por un accidental incendio ocurrido en 1972, sin embargo, se sigue venerando una nueva imagen.

Como hemos comentado, en la iglesia de San Martín se conserva enmarcada una antigua fotografía del antiguo retablo, allí quien lo desee puede apreciar el patrimonio que desapareció y al Cristo de la Quinta.

Sierva este artículo para recordar parte de nuestro patrimonio perdido, a su vez para valorar y salvaguardar el que aun nos queda.

IMAGEN DE PORTADA: Lámina del Cristo de la Quinta Angustia de Zalamea de la Serena.

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