El Corpus y la Octava

Las “Octavas” provienen del mundo judío donde la prolongación de las celebraciones de una fiesta importante duraba ocho días, en la Iglesia Católica asumió esa tradición de la Octava que se dio en celebraciones de fiestas tan importantes como en Navidad, Pascuas o el Corpus Christie y también en la festividad de diferentes Santos, haciendo bueno ese refrán de: “No hay santo que se precie sin víspera ni octava”.

La celebración de la Octava del Corpus estuvo presenten la iglesia católica desde su creación en 1294 hasta su desaparición con la publicación del Código de Rúbricas de Juan XXIII en 1960. En San Martín de Pusa tenemos ejemplos de la celebración del Corpus y de su Octava a lo largo de su historia.

Siglo XVI.

A finales del XVI donde la festividad del Corpus era la más importante de la villa, con Cofradía del Santisimo Sacramento parte de los gastos eran asumidos el Concejo. Durante la festividad actuaban danzantes engalanados con cintas y cascabeles en los tobillos que hacían sonar a la hora de ejecutar las diferentes danzas. Estos danzantes iban acompañados por tamborileros y gaiteros (nos referimos a la gaita castellana o dulzaina) y otras veces se contrataban a un danzante foráneo que realizaba ensayos previos con los danzantes del pueblo.

Hoy en día son numerosos los pueblos que siguen conservando los danzantes del Corpus, como por ejemplo en Camuñas (Toledo) o Porzuna (Ciudad Real). Las actuaciones de los danzantes no solo se limitaban a la festividad del Corpus, si no que se prolongaban varios días durante las jornadas que iban desde el Corpus hasta la Octava.

Otra curiosidad del Corpus de aquel San Martín de Valdepusa del siglo XVI era que el Santísimo Sacramento era portado en unas andas y que dichas andas eran llevadas por frailes que de ex profeso venían a la villa para esa función a los que se le facilitaba el transporte, alojamiento y alimentación.

Siglo XIX.

A finales del siglo XIX tenemos el testimonio de la celebración de estas fiestas dado por Rómulo Muro en: “Cosas de mi tierra”, quien dedica un artículo al Corpus y la Octava, de las mismas dice:

“Las dos son fiestas de guardar, principalmente la primera… innecesario decir que, aquel día, hay misa solemne, tamboril, gaita y procesión”

Continúa describiendo como se engalanaban los altares de las casas y las calles para el recibimiento del Santísimo Sacramento:

“y en un portal de una de las casas de la carrera improvisa un altar, con blanquísimas sábanas replegadas en forma de pabellón, y adornadas de flores, una mesa revestida con colchas de damasco, imágenes del Niño Jesús, angelitos, jarros con ramos de flores, lujosos candeleros y todo lo que pueda embellecer más al improvisado altar, llegando algunos hasta poner jaulas con canarios y pianos en la parte interior, para recibir a Su Divina Majestad, con los acordes de la marcha Real.”

“El piso le alfombran de yerbas aromáticas, entrando en gran parte el romero, tomillo, lirio y la carrera la cubren los vecinos con unos ramos de álamo y cornicabra, colchas, sábanas y pañuelos de Manila…”

También describe la fiesta más popular, la que se realizaba después de los actos religiosos:

“Después de la procesión que el día del Señor es por la mañana y el de la Octava es por la tarde, hay gran baile en la plaza o por lo menos toca el tamboril y la gaita y en todas las casas suelen hacer su miajita de limoná, cuando por cualquier motivo no pueden ir a la Halojería, (se refiere a la alojería, donde se vendía aloje) a tomar agua cebada, limón y leche helada, que en tal día suelen rozar como extraordinario.

Una de las fiestas más grandes del año y como tal hay que celebrarlas “aun que en casa no hubiera para aceite” como allí se dice, y además porque la costumbre de los altares está tan arraigada.”

Siglo XX.

Vicente Fernández fue durante algunos años de la década de los años 20 del pasado siglo corresponsal del periódico El Castellano en San Martín. Desde esta villa enviaba sendas crónicas al periódico, principalmente relacionas con festividades y temas de sociedad. En 1925, el día 16 de Junio y el 19 de junio, se publicaron dos pequeños artículos para informar de la celebración de la fiesta del Corpus y la Octava, haciéndose pie de los altares que fueron expuestos y visitados, por lo que al menos hasta los años treinta tenemos constancia de su celebración.

El Castellano, 16 de junio de 1925.

El Castellano, 19 de junio de 1925.

Curiosamente todavía a comienzos del siglo XX los hermanos del Cristo de Valdelpozo acompañaban la Custodia en la procesión portando hachas encendidas, como lo recogían los diferentes estatutos de la cofradía desde el siglo XVI, al ser el Corpus una de la fiestas de obligada asistencia para los cofrades.

Hasta aquí un resumen de estas dos festividades que estuvieron muy presentes en la vida de quienes nos antecedieron y que como otras cosas se fue diluyendo con el paso del tiempo.

FUENTES:

.- LIBRO DE CUENTAS DEL CONCEJO DE SAN MARTIN DE VALDEPUSA (1582-1596). Agradecimiento a Luis Bartolomé Marcos y a María Pilar Díaz García por haberme facilitado una copia del citado libro.

.- COSAS DE MI TIERRA. Muro. R. La Campana Gorda, 29 de julio de 1893.

.- BIBLIOTECA VIRTUAL DE CASTILLA LA MANCHA.

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